Más de 550 medicamentos tienen problemas de suministro y la lista no para de crecer
El desabastecimiento de fármacos es un problema que afecta actualmente a más de 550 medicamentos, algunos de ellos de utilización muy común, y la cifra sigue creciendo. Para poner fin a este problema, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) ha puesto en marcha el Plan de Garantías de Abastecimiento de Medicamentos 2019-2022, para actuar «tanto sobre las causas como en la reducción del impacto de las consecuencias», porque, según reconoce el propio documento, esta situación «supone una importante sobrecarga para médicos, farmacéuticos y administraciones sanitarias, con elevados costes asociados».
Entre las medidas propuestas por la AEMPS destaca una revisión de la política sancionadora, para que los expedientes se gestionen «en función del impacto clínico y la gravedad del problema de suministro originado», para que ejerzan así un efecto disuasorio. Para ello, sugieren incluir la sanción grave por impacto en la salud en el Real Decreto 1/2015, y «progresar en la política de sanciones», discutiendo los aspectos necesarios para que sea efectiva.
Desde este organismo recuerdan que el Ministerio está poniendo de su parte todos los medios posibles para evitar problemas graves de faltas de fármacos, llegando incluso a recurrir al extranjero, si es necesario, para reponer alguno. Este fue el caso, por ejemplo, del Konakion, un medicamento para tratar la falta de vitamina K o la sobredosificación de anticoagulante oral, que en marzo se logró traer a través de proveedores extranjeros. Sucedió algo parecido también con el Kreon, para la insuficiencia pancreática, o con el antidepresivo Lantanon, cuyo suministro fue garantizado a través de esta vía porque el laboratorio ni siquiera ponía fecha para el regreso del fármaco.
En cuanto al endurecimiento de las sanciones, la patronal de la industria farmacéutica en España, Farmaindustria, no pone «objeción», pero al mismo tiempo reclama «proteger» a los productos con problemas de suministro por falta de viabilidad económica al haber reducido su precio. «En este punto no tengo objeción [se refiere a las sanciones a compañías en casos excepcionales]. El Ministerio es el que las tiene que establecer, lo va a hacer y, además, por ley. Me parece bien que esto advierta a los operadores de que estos medicamentos tienen que seguir siendo comercializados, pero también nos gustaría que, ya que se modifica la ley para las sanciones, se establezca la protección de estos productos esenciales para que no queden damnificados por su precio», aseguró el director del departamento técnico de la patronal, Emili Esteve. Esteve asegura que existen dos tipos de desabastecimientos: los coyunturales, que «han existido, existen y existirán, porque hay una inundación en una planta o el fabricante de la materia prima echa el cierre», y los estructurales. «Estos son realmente los que nos preocupan. Son productos que han bajado mucho sus volúmenes, y que en ocasiones son esenciales para los pacientes. Aquí, la industria responde a través de la importación de fármacos desde el extranjero, por ejemplo», detalla.
Del 2015 al 2018 se duplicó el número de faltas de medicamentos
En el 2018 el desabastecimiento de fármacos afectó a 1.332 medicamentos, el doble que en el 2015. En agosto del 2018, el centro de información de la Agencia Española del Medicamento (Aemps) reconocía problemas de suministro de más de 370 fármacos. En marzo la cifra ya estaba en 508 y este mes asciende hasta 557. Una de las faltas más destacadas fue la del valsartán, un antihipertensivo que toman miles de gallegos; o la flecainida, un principio activo para las arritmias. En este último caso los laboratorios no lograron cubrir el aumento de la demanda y hubo que recurrir al extranjero. Otros tratamientos afectados fueron el BCG, para el cáncer de vejiga; la fludarabina, que se usa en un tipo de leucemia y en el trasplante de médula ósea; o la daunoblastina, también para dos tipos de leucemia. También con estos hubo que buscar solución fuera.
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Quienes más sufren los problemas de desabastecimiento de medicamentos son, sin duda los pacientes. Y, con ellos, los médicos de atención primaria, como Jesús Sueiro, vocal de la Asociación Galega de Medicina Familiar, que son quienes tienen que buscar alternativas para que el día a día de los enfermos no se altere demasiado.
-¿Se está notando este problema en las consultas?
-Hay desabastecimiento de medicamentos, pero no estamos en un país del tercer mundo porque siempre hay sustituciones por otros similares o de parecida familia terapéutica. Sí que es verdad que hay algunos casos delicados, como fue un antiarrítmico que sí que es un poco más complicado de sustituir porque no es exactamente igual uno que otro. En este caso era un medicamento con cierta especificidad, pero siempre buscamos la solución.
-Con el valsartán, por ejemplo.
-Sí, eso es más fácil. El valsartán es para la tensión y se puede sustituir por candesartán o ibersartán, cualquiera de la misma familia, y es igual de eficaz. Si uno lo has tolerado bien pues el otro también lo vas a tolerar perfectamente.
-¿Es un problema de dinero?
-Es un problema absurdo y de codicia de las multinacionales farmacéuticas. Lo que quieren es buscar la mayor rentabilidad y a veces desabastecen un país porque en otro le sacan más rendimiento. O porque son medicamentos que no tienen interés comercial para ellos al no ser rentables… Como si no ganasen suficiente dinero, les parece poco y lo dejan de fabricar.
-Pero alguna solución tendrán que ponerle a esto.
-Es el mundo en el que vivimos. Hace poco comentábamos en una mesa redonda sobre el tema que la Unión Europea debería de regular de algún modo todo esto, porque se hace dentro de los países de la Unión. Habría que presionar a las grandes compañías, pero hoy por hoy mandan sobre los gobiernos. Lo ideal es que haya un poder mayor que pueda poner un poco firmes a las compañías. Esa sería un poco la solución.
-Pues algunos sí y otros no. Yo supongo que por eso hay todos estos problemas, y la industria juega con eso como si fuera un fondo de inversión o un tablero de ajedrez. En países como el nuestro, en los que hay sanidad universal, el Gobierno aprieta los precios y los medicamentos no son tan rentables.