Las boticarias de la zona se han convertido en las únicas profesionales sanitarias de los pueblos ante la falta de consultas
En una comarca como la de Sahagún, marcada por la guerra continuada para evitar los recortes en materia de sanidad en sus diferentes pueblos, son varias las profesionales las que se han convertido en figuras verdaderamente imprescindibles para garantizar la salud de todos los vecinos de la zona.
Una labor que venían desarrollando igualmente con anterioridad, pero que a raíz de la crisis sanitaria provocada por la pandemia del Covid-19 se ha visto acrecentada ante el cierre de los consultorios locales para evitar la propagación del virus. Muestra de ello es que las farmacéuticas se han convertido ahora más que nunca en agentes sanitario de primer orden para todos los habitantes de la comarca de Sahagún; siendo prácticamente al primer profesional al que acuden los vecinos para solucionar cualquier problema de salud.
Una realidad que confirma la farmacéutica de Cea, Ángeles Calleja, que asegura que «las farmacia en el mundo rural son esenciales a la hora de velar por la salud de los vecinos». Al respecto, explica que «en la actualidad el servicio medico se resume a dos días semanales, martes y jueves, pero el resto de la semana, los vecinos encuentran en la farmacia la luz que les guía ante cualquier dificultad en ausencia del médico».
En peligro
Sin ayudas por parte de las administraciones las farmacias rurales corren el riesgo de desaparecer
«Con frecuencia los vecinos, que por lo general son edad de avanzada, acuden a la farmacia para consultar cualquier imprevisto, o sobre síntomas y medicamentos que pudieran aliviar situaciones ante la falta del médico», detalla Ángeles. No obstante, lamenta que «nuestro trabajo en el mundo rural, resulta cada vez mas difícil porque mientras vemos como fallecen buen numero de vecinos, por el contrario no se registren nacimientos. Un grave problema que pone en peligro la pervivencia de las farmacias rurales y razón por la que nuestra situación económica se ve afectada peligrosamente; poniendo en riesgo el único medio sanitario que tienen muchos pueblos».
En ese sentido, la boticaria de Joarilla de las Matas, Ana Isabel Saavedra, cree que «sería muy de lamentar que lleguemos al extremo de tener que cerrar el servicio de farmacia en el mundo rural, ya que hay días que los pasamos tan en familia que a la hora de contabilizar la caja, vemos que pasa el día y los ingresos no existen»; a la par que lo defiende como un servicio «imprescindible» para garantizar la salid de todos los vecinos. «Sin duda alguna, si no se aportan ayudas por parte de las administraciones por el futuro de las farmacias, llevan la misma dirección que el envejecimiento y despoblación, lo que pone en peligro de desaparición a éstas», apunta.
Por su parte, la responsable de la botica de Grajal de Campos, Ángeles Gómez, resalta que «el farmacéutico rural es en muchos casos, el único profesional sanitario que se encuentra diariamente en estas poblaciones y es mucho más que un mero dispensador de medicamentos. De hecho, explica que «Ayudamos a nuestros pacientes, aconsejamos sobre temas de salud, llevamos a cabo programas de atención farmacéutica, tenemos servicio de preparación personalizada de la medicación, hacemos controles de tensión, glucosa…». Además, destaca que «durante la crisis por el coronavirus, ante la falta de consulta médica en nuestras poblaciones, la farmacia ha servido de soporte para los pacientes».
Igualmente, la boticaria de Villamartín de Don Sancho, Ana María González, comparte prácticamente las mismas palabras que su anterior compañera de profesión y asevera que «el autentico problema es la falta de médicos». No obstante, lamenta que «la farmacia es cada día mas difícil de mantener, algunos pueblos cuentan con apenas cinco vecinos y aún así nos esforzamos en prestarles un servicio digno».
