«Tenemos un gran sistema público de salud perfectamente sostenible»», asegura María Luisa Carcedo
María Luisa Carcedo (Asturias, 1953) es médica y ministra de Sanidad. Esta semana visitó A Coruña para hablar de salud y de un sistema público que consume 70.000 millones de euros anuales. «La sanidad no es un gasto prescindible -dijo- sino una inversión de país».
-Las dudas sobre la sostenibilidad del sistema se reactivan cada vez que se alude a los costes del envejecimiento, de la innovación terapéutica o la tecnología médica. ¿Se plantean modificar el sistema de financiación?
-¿Copagos? Por supuestísimo que no. Son barreras que afectan a las personas de menos recursos. Eso, descartado. Al revés, estamos pensando en eliminar alguno. El farmacéutico ya iba en los Presupuestos. Todo depende del coste y de cómo se distribuyen los recursos en el sistema de financiación autonómica. No se dice tampoco a una comunidad qué tiene que destinar a sanidad o a educación. Pero tú puedes por una parte afrontar nuevos gastos, pero por otra generar ahorros.
-¿Cómo?
-Si evitas enfermedades crónicas, ahorras. Si introduces el coste-efectividad en la incorporación de nuevos fármacos, ahorras. En la última negociación de los precios de los medicamentos se ahorraron millones… Y también reorientando, tanto desde el punto de vista de la cronicidad, como del punto de vista de intervenir en los determinantes de salud. Son más eficaces las políticas de prevención. No lo ves a corto plazo, claro, pero generas tendencias y mecanismos correctores para el futuro.
-¿Sin contar con más fondos?
-Eso no quita que en el futuro haya que destinar más. Del 2012 al 2017 el PIB creció un 1,8 %, pero el presupuesto en sanidad solo un 1 %. Estamos dos puntos por debajo de la media de otros países en PIB que se destina a sanidad, no llegamos al 6 %. También ahí hay margen de crecimiento, pero no como objetivo. El objetivo es un sistema eficaz, universal y equitativo, capaz de invertir bien los recursos. Luego, evidentemente hay que asumir más costes. Tenemos que acometer una renovación tecnológica porque eso también te genera capacidad diagnóstica y terapéutica. Como en radioterapia.
-A ver. Tenemos que evitar que esos planteamientos y dudas tengan base. Tenemos un gran sistema y actualmente es perfectamente sostenible. Somos el país de mayor esperanza de vida, líder en trasplantes, el octavo en calidad… del mundo. Algo estamos haciendo bien porque, además, es a un coste por debajo de la media de los países de nuestro entorno. Entonces, siendo un sistema universal, de la calidad que sabemos y del coste que tenemos… pues somos perfectamente sostenibles. Ahora, hay que gestionarlo bien y hacer que las inversiones en sanidad vayan dirigidas a la defensa del interés general, que en este caso es atender a toda la ciudadanía con carácter universal y equitativo.
-¿Y la equidad en servicios? No son los mismos en todas partes.
-Estamos haciendo un gran esfuerzo. Alguna comunidad introduce alguna cosilla de detalle, pero en general la cartera común de servicios cubre las necesidades de la ciudadanía. Y lo que estamos haciendo es incorporar algunas cuestiones que fueron retiradas, como anticonceptivos, productos ortoprotésicos, medicamentos… Y también técnicas como la reproducción humana asistida. Vamos a incorporarla a la cartera pública para las mujeres que viven solas.
-¿Y el dentista?
-Eso lo pretendemos para la próxima legislatura. Con el grado de desarrollo que tiene la sociedad española, no podemos seguir sosteniendo… La salud bucodental es tan importante como el resto de la salud orgánica y mental. Creemos que es el momento. Hay que incorporarla porque las personas con menos recursos, todas las estadísticas lo demuestran, no pueden atender a todas las necesidades de su salud bucodental.
«No puedes llevar 20 años de médico en precario»
-El Ministerio trabaja en una estrategia de Atención Primaria que para algunos nace ya corta.
-Vamos a ir caminando. Hay que reorientar el sistema, reforzarla, darle más protagonismo y ser capaces de ilusionar, como se hizo en los 80 y 90, a los profesionales.
-¿Cómo?
-Ellos mismos tienen que conocerla más. Tenemos que hacer unidades de formación, incorporar más contenidos de la medicina familiar en la formación pregrado y los especialistas deben rotar en centros de salud, como los de atención primaria en los hospitales.
-Una de sus peticiones principales es reforzar las plantillas. ¿Para cuándo un aumento de las plazas mir de familia y pediatría?
-Primero hay que racionalizar y reenfocar cómo se funciona en los centros de salud. Todo eso forma parte de repensar la atención primaria. Se establecen cupos de referencia, pero es muy variable, es diferente la zona rural de la urbana. Hay que fijar unos estándares aconsejables en cada ámbito o zona básica de salud.
-¿Y recursos?
-Evidentemente tiene que tener más recursos que equilibren el sistema y le den más capacidad. Pueden hacerlo, están formados y son un elemento clave en la capacidad resolutiva del sistema. La AP asume el 90 % de las demandas de atención.
-Pero médicos, y pacientes, sufren rotación y precariedad.
-¡Qué me va a decir! Hay que dar estabilidad al profesional.
-¿Cómo lo harán?
-Hay partes que están en la estrategia y otras dependen de la gestión del día a día con los servicios autonómicos. Es otro objetivo para la satisfacción de los pacientes y los profesionales. No puedes llevar 20 años de tu vida como médico en precario.
«Sumar terapias innovadoras sin desequilibrios económicos tiene que ser un empeño»
Para la ministra Carcedo, «resetear» el Sistema Nacional de Salud significa adaptarlo a las necesidades de la sociedad actual, que «son muy distintas a las de hace 20 o 30 años».
-¿Cuál es el principal reto?
-Ser capaces de adaptar el sistema a la realidad demográfica y epidemiológica de hoy. El envejecimiento y la cronicidad son los desafíos. Y ser capaces de incorporar los productos de las investigaciones. Es un empeño y tiene que ser un empeño para mejorar el tratamiento de enfermedades como el cáncer, pero de modo que el sistema no se desequilibre económicamente.
-Pero la investigación sigue en su mayoría en manos privadas y a costes altísimos en campos como la inmunoterapia oncológica.
-Por eso la investigación pública supone un contrapeso. En eso estamos. Y también en que las nuevas técnicas y terapias se incorporen en base al coste-efectividad y de forma ordenada, como hicimos con las Car T cells para el cáncer infantil, con indicaciones claras en centros específicos.
-¿No para todos y en todas partes?
-Por propia racionalidad ha de hacerse de forma precisa, planificada y con indicación correcta. En el futuro, a lo mejor curan otras enfermedades, pero por ahora están contrastadas para determinadas leucemias infantiles y linfomas. Su aplicación ha de ser por profesionales que conozcan muy bien estos medicamentos. El criterio es técnico.
-¿Y cómo evitar la fuga de investigadores públicos?
-Hay un plan de retorno, pero sobre todo dándoles oportunidades en España. Si se van, que sea por su voluntad, no porque se vean obligados a salir del país para tener una carrera profesional.
-Las investigadoras aún lo tienen más complicado…
-Ellas, como en casi todo, el techo… Pero vamos, vamos… llevamos una carrera imparable para romper todos los techos de cristal. Pero sí, hay que tomar medidas políticas, por sí solo no llega.
-Es médica y mujer. ¿Qué opina de la polémica del aborto?
-Yo creo que España tiene una buena ley en consonancia con las recomendaciones de la OMS, Naciones Unidas y el Parlamento europeo. Esa ley parte de una cuestión básica que yo suponía que la sociedad tenía claro: la mujer tiene derecho a decidir ser madre, sin renunciar a ser profesional, o a no ser madre. La generalización de la anticoncepción y la ley del aborto supuso un salto histórico para su libertad