Científicos de EEUU han inventado una terapia para tratar el cáncer de próstata basada en diminutas partículas de oro que logra destruir el tumor sin los efectos secundarios de la cirugía y la radiación.
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Científicos de la Universidad Rice (Houston, Estados Unidos) han inventado una terapia para tratar el cáncer de próstata basada en nanopartículas de oro. Al parecer, muy prometedora. A tenor de los resultados de un ensayo clínicorealizado en 15 personas, esta nueva fórmula logra destruir el tumor sin los efectos secundarios de la cirugía y la radiación.
Una gran esperanza aún muy preliminar, pero ilusionante, especialmente para una de las artífices del invento, Naomi Halas, que recuerda las palabras de su padre con emoción: “Si pudieras evitar que sólo una personas tuviera que pasar por el infierno que yo he pasado, valdría la pena”.
Tenía 85 años cuando emitió estas palabras. Era uno de los 1,3 millones de nuevos casos de cáncer de próstata que ocurren cada año en el mundo. Conocía el proyecto de su hija, pero por aquel entonces, este innovador tratamiento era sólo una propuesta. No se había probado en ningún paciente porque había que demostrar primero si estas nanopartículas podían usarse de forma segura en humanos. “Por mi padre, sé mucho sobre lo que la gente pasa con este tumor. Dos años después de que le dieran radioterapia, le resultaba casi imposible orinar. Fue terrible. Entraba y salía del hospital semanalmente. El médico le cateterizaba. Se iba a casa y a los pocos días tenía que volver a urgencias”.
Halas recuerda a su padre preguntándole a menudo si su invención podría ser la respuesta a su enfermedad. Ahora, con estos primeros resultados del pequeño ensayo, publicado en la revista Proceedings of the National Acaedemy of Sciences (PNAS)la ingeniera está cada vez más cerca de poder responder afirmativamente.
CÓMO FUE EL TRATAMIENTO
Los 15 pacientes sometidos a la nueva terapia recibieron una infusión intravenosa de las nanopartículas de oro y a las 24 horas se sometieron a un tratamiento de ablación guiado por imagen. Inmediatamente después, pudieron irse a casa sin problema y sólo tuvieron que regresar al hospital para las pruebas de seguimiento planificadas a los tres meses, a los seis y al año.
Sólo dos continuaban mostrando signos del tumor después del tratamiento. Pero en el resto de los casos, “esta terapia pudo tratar el cáncer de próstata evitando los efectos secundarios de los abordajes convencionales, como la disfunción eréctil o la incontinencia urinaria“, explica Ardeshir Rastinehad, el principal autor de la investigación y profesor asociado de Urología y Radiología en la Escuela de Medicina de Icahn en el Monte Sinaí.
El ensayo, que aún no ha terminado, ha tratado ya a 44 personas en el Mount Sinaí y en otros dos centros clínicos en Michigan y Texas. Es la culminación de un trabajo de búsqueda que comenzó hace 20 años cuando varias ingenieras y nanocientíficas de la Universidad Rice y de Duke, una de ellas Naomi Halas, se plantearon por primera vez la posibilidad de incluir las nanopartículas en el tratamiento de este tipo de cáncer.
Como ella misma explica, son minúsculas esferas de sílice con una capa externa de oro que son aproximadamente 50 veces más pequeñas que un glóbulo rojo. En 1997, Halas demostró que podía diseñar estas nanopartículas para interactuar con longitudes de onda específicas de luz. Tres años después, ella y West inventaron un método para destruir las células cancerosas calentando las nanopartículas con un láser infrarrojo cercano de baja potencia que puede atravesar el tejido sano sin dañarlo. Por este trabajo, obtuvieron premios nacionales y cobertura en prensa y terminaron cofundando una startup (Nanospectra Biosciences), con el objetivo de desarrollar la tecnología para uso clínico. Comprobaron que el sistema era capaz de destruir las células cancerosas sin efectos secundarios en cultivos celulares y en ratones. Por fin consiguieron la probación de la FDA. “Logramos la primera nanopartícula capaz de entrar en seres humanos”, señala West en el artículo. Se reguló como un dispositivo médico: terapia Aurolase.
LA TORMENTA TROPICAL ALLISON
Hace 10 años, se realizaron ensayos clínicos para comprobar su seguridad y después, se inició este pequeño ensayo para valorar su eficacia. Se trata de un paso importante en un largo viaje de 20 años de investigación en el que no han faltado obstáculos que saltar. “La tormenta tropical Allison destruyó muchos instrumentos de resonancia magnética en las instalaciones donde experimentábamos con animales (en Texas)”.
Un camino conmovedor que culmina con la satisfacción de ver cómo “nuestro invento podrá algún día ayudar a las personas con cáncer de próstata”, señala Halas recordando a su padre que ya murió hace varios años. De momento, son 13 los casos que han respondido bien al tratamiento, pero “¿cuando sean 16.000 o 15 millones? La idea es que este trabajo ayude a aliviar los efectos secundarios que mi padre sufrió”.
No obstante, no hay que olvidar que se trata de un grupo muy reducido de pacientes que además está muy seleccionado. Es decir, “tenían la enfermedad muy localizada y estaban clasificados en riesgo bajo e intermedio. En algunos casos, “en la práctica clínica se intenta evitar la cirugía y la radioterapia con tratamientos ablativos, incluso realizar un seguimiento muy estrecho antes de hacer nada”, explica Martín Lázaro Quintela, vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Aunque lo cierto es que lo habitual es abordar con cirugía y radioterapia. Y esta novedosa opción fruto de la colaboración entre la ingeniería y la medicina viene a proponer una fórmula exenta de efectos secundarios como la incontinencia urinaria y la impotencia. No obstante, “son pocos pacientes y el seguimiento de un año es muy cortito. Habrá que ver cómo se traducen los efectos a largo plazo”.